
¿Pueden despedirte por llegar tarde al trabajo? Aquí tienes la respuesta real
El clásico: “Cinco minutitos más…”
Suena el despertador y piensas: “solo cinco minutos más”. Pero entre que te duchas, desayunas a toda prisa y te enfrentas a un atasco monumental o al metro averiado… ya vas con media hora de retraso. ¿Y ahora qué? ¿Puede tu jefe echarte por esto?
La puntualidad no es opcional (aunque a veces lo deseemos)
La ley lo deja claro: llegar tarde, si es algo habitual e injustificado, puede acabar en despido. No es por asustarte, pero según el artículo 54.2 del Estatuto de los Trabajadores, las “faltas repetidas e injustificadas de asistencia o puntualidad” se consideran un incumplimiento grave. Y sí, esto puede justificar un despido disciplinario.
¿Y qué dice la jurisprudencia?
Pues hay casos reales. Por ejemplo, el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía consideró legal el despido de una trabajadora que acumuló 31 retrasos en 10 meses. La empresa ya la había avisado varias veces. Y como no cambió su actitud… ¡a la calle!
¿Cuándo puede considerarse falta grave?
Estos son algunos de los motivos por los que te podrían despedir de forma disciplinaria:
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Llegar tarde o faltar al trabajo sin justificación de forma repetida.
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Desobedecer órdenes o normas de la empresa.
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Insultar o agredir (verbal o físicamente) al jefe, compañeros o incluso a sus familiares.
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Quebrantar la confianza de la empresa (por ejemplo, mintiendo).
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Bajar el ritmo de trabajo de forma voluntaria y continuada.
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Acudir al trabajo bajo los efectos del alcohol o drogas si eso afecta tu rendimiento.
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Acosar a compañeros por cualquier motivo.
¿Y si solo es un día?
Tranquilo, si solo llegaste tarde una vez por algo puntual, lo normal es que no pase nada grave. Pero si esto se convierte en costumbre, y encima no das ninguna explicación válida, entonces sí estás en terreno peligroso.